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41 Entonces todos alabaron a Dios, quien juzga con justicia y conoce todos los secretos. 42 Además, le pidieron que perdonara por completo ese pecado que habían cometido.

Y como todos habían visto lo que pasó con aquellos que habían ofendido a Dios, el valiente Judas Macabeo aprovechó para pedirles que no pecaran ni ofendieran a Dios. 43 También recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera a Dios un sacrificio por el perdón de los pecados. Hizo esta justa y buena obra, porque estaba pensando en la resurrección.

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